jueves, 1 de enero de 1987

COMENTARIO CRÍTICO

En 1978, el alemán Werner Herzog decidió llevar a cabo un remake del film del también germano Friedrich Wilhelm Murnau Nosferatu, el vampiro. Extrañísimo realizador, tendente a aunar maneras realistas y alegóricas, resultaba, de hecho, un hombre interesante para el proyecto de dotar a una historia sobrenatural de un temple cuasi-documentalista.

Tal como sucedía acerca de la fidelidad del film de Murnau con respecto a la novela de Stoker, aquí cabe resaltar el respeto de la película de Herzog en relación a la de 1922. A tal punto que muchos planos están reproducidos en su literalidad de un film a otro, e incluso determinados diálogos, tomados de los rótulos, son remedados de un modo escrupuloso en boca de los actores. Añádanse algunas conversaciones extraídas de la propia novela, y percíbase, junto a ello, las variaciones que se han introducido: Jonathan Harker (en este caso ya se respetan los nombres de la novela, con toda lógica) regresa a casa con un evidente trastorno a consecuencia de los sucesos acaecidos en el castillo de Drácula; el doctor Van Helsing participa de modo más activo que en el film anterior: requerido por Lucy para acabar con el vampiro, decidirá ayudar al fin a la mujer cuando ésta se ha ofrecido en sacrificio, clavando una estaca en el corazón del Conde... y acabará siendo detenido por asesinato (1); Lucy no muere, tal como en el film de Murnau; y, lo más destacado, Harker, una vez desaparecido el Conde, finaliza su conversión y asume la condición vampírica (2).

Sin embargo, es en el plano visual donde la película de Herzog ofrece una diferente concepción a la de Murnau. El film de Murnau ofrecía al vampiro como un ente cuasi-abstracto; Herzog, pese a que siempre ha poseído unos alardes que sobrepasan sus capacidades, se ve incapaz de alcanzar unos niveles tan altos; así pues, efectúa un tratamiento de contraposición, otorgando, como se dijo, a una historia sobrenatural una impronta naturista -similar a lo ofrecido por Lars von Trier en su inquietante, y muy superior, Rompiendo las olas (Breaking the Waves, 1996)-. De ese modo, cabe resaltar el viaje de Jonathan Harker hacia el castillo de Drácula, quien en su discurrir hallará clanes de cíngaros que le prevendrán del peligro que le acecha en la morada del Conde; una vez sus guías le han abandonado a su suerte, y cuando Harker camina por las abruptas montañas que conducen a su destino, la intrusión de lo anómalo hace presencia, más que nada gracias a la magnífica atmósfera que otorga la música, pues la plasmación estética de Herzog en nada varía. De hecho, la película es una continuada contraposición de momentos felices y desaprovechados, característica habitual de la capacidad narrativa del realizador alemán, y a este respecto conviene remarcar la muy mediocre visualización del viaje del Demeter, uno de los más impresionantes episodios del libro (y del film de Murnau), que Herzog narra con notoria desidia.

Anécdotas

*Semi-secuela: Nosferatu, príncipe de las tinieblas (Nosferatu a Venezia, 1986) de Augusto Caminito [y Luigi Cozzi y Klaus Kinski] * En el Festival de Berlín de 1979 ganó un Oso de Plata por el diseño de producción (Henning von Gierke) y Herzog resultó nominado. En los Premios del Cine Alemán de 1979 Kinski ganó un premio por su interpretación * La película se rodó en dos versiones, tal como se hacía a principios del sonoro: una en alemán y otra en inglés; algunos actores cambian de una a otra y, lo más importante, algunas escenas faltan en la versión inglesa y otras están filmadas con otros encuadres y planos.

Carlos Díaz Maroto. Pasadizo

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Fuente: Filmoteca Regional Francisco Rabal.

Nosferatu, Phantom der Nacht (1979)

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